9/11/08

MANIFESTACIÓN: LA CRISIS, QUE LA PAGUEN QUIENES LA HAN PROVOCADO





No queremos:
Que el liberalismo absoluto y las leyes del mercado organicen nuestra vida.
Cambiar algo para que todo siga igual: cuando para ellos no hay crisis, sigue habiendo hambre, paro y destrucción en el mundo.
Que quienes han provocado la crisis se vayan con retiros de lujo, sin dar cuentas a la sociedad.
Que se trasvasen fondos públicos a la banca, auténtica culpable de la crisis.
Que los empresarios aprovechen esta situación para facilitar el despido, bajar los salarios y empeorar las condiciones de trabajo.
Ver nuestra Tierra convertida en un desierto por la avaricia de unos pocos.

Si queremos:
Una economía sostenible social y ecológicamente, que tenga como objetivo satisfacer las necesidades vitales de la población sin hipotecar a las generaciones futuras.
Que se garanticen los derechos sociales a toda la población con un gasto social suficiente. Los derechos no pueden quedar a las expensas del mercado.
Que se redistribuya la riqueza con una política fiscal progresiva y rigurosa que reduzca la tremenda brecha entre ricos y pobres.
Que ninguna empresa con beneficios pueda presentar un expediente de regulación de empleo.
Que nadie sea desalojado de su vivienda habitual por motivos económicos.
Que se castigue a los culpables económicos y políticos de esta barbarie.

COMUNICADO ÍNTEGRO:

La crisis ya está aquí. Crisis financiera, crisis inmobiliaria, crisis alimentaria, crisis ambiental.

Estamos ante el resultado de toda una conjunción de malas ideas y malas decisiones. Sobre todo es el resultado de la aplicación de las políticas liberalizadoras, tanto en el mundo globalizado como en la economía interna de la mayoría de los países, incluyendo el nuestro.

La libre circulación de capitales, sin control alguno, ha permitido que la crisis bancaria estadounidense, debida a las hipotecas de riesgo, se haya extendido a todo el mundo infectando el sistema financiero mundial. Y como una cascada, se ha deslizado hacia todos los ámbitos de la economía.

Hemos vivido una época en la que nos han hecho creer que todo el mundo podía ser rico. Que siempre se podía comprar una cosa a 4, e inmediatamente, venderla a 6. Que podíamos tenerlo todo comprando a crédito: compre hoy, pague mañana. Pues bien, el mañana ya ha venido y resulta que las letras nos han subido, seguimos sin dinero y, ahora, peligra nuestro trabajo.

¿Quien nos hizo creer eso? ¿Quién nos metió en el embrollo? ¿Quién nos convenció de que si había libertad de mercado, si los estados no intervenían en la economía, si se podía invertir en lo que tuviera muchos beneficios a corto plazo, todo iría mejor? Que habría trabajo y riqueza para todo el mundo.

Lo que se ha hecho es fomentar la avaricia y darla por buena. Por lo visto, la posibilidad de enriquecerse, era lo único que debía mover la economía, aunque eso provocara (cuando para ellos no había crisis) que más de la mitad de la población mundial esté amenazada por el hambre, la pobreza, la falta de sanidad o educación y la crisis ambiental se esté agravando rápidamente con el cambio climático.

Al final, tanto invertir en especulación ha provocado grandes y rápidos enriquecimientos para algunos, pero ha dejado al resto ante un panorama aún más desolador y sin perspectivas de salida.

Hemos podido ver como la especulación de los fondos de inversión con los alimentos ha provocado una profunda crisis alimentaria, que castiga fuertemente a los países más empobrecidos. ¿Cómo puede alguien justificar la libre competencia y las leyes del mercado con los mínimos derechos humanos como la comida o la salud?

Y no sólo se trata de grandes especuladores a nivel mundial. En nuestra Tierra se ha dado carta blanca a quienes han estimado más oportuno invertir en terrenos y en la construcción de segundas residencias. Este modelo ha provocado la retención de suelo y su subida artificial de precios, redundando negativamente en el gasto de quienes sólo querían tener una casa para vivir.

Todo con la ayuda inestimable de las autoridades políticas que han olvidado sus tareas de resolver las necesidades y el futuro de las personas, para ponerse al servicio de la barbarie del ladrillo: el pan para hoy a cambio del hambre para mañana. Gobiernos estatales, autonómicos y municipales han olvidado, o no han querido, promover y consolidar un modelo económico que no se centre en los beneficios de los inversores, sino que resuelva las necesidades sociales, que permita mejorar la calidad de vida y que sea sostenible ambientalmente.

Ahora ha resultado que aquellos defensores del todo vale nos piden ayuda para salir de la crisis: Todos tenemos que ajustarnos el cinturón.

¡Pero si ya nos lo están apretando! Hemos prácticamente doblado el paro en solo un año, en la Región Murciana. Del “Murcia va bien” hemos pasado a “lo peor está por llegar”.

Y si no hay trabajo, no podemos pagar el alquiler o la hipoteca, ni la comida. La pobreza acecha a miles de hogares que se van a ver muy mal cuando se acaben las prestaciones por desempleo, si es que la tienen.

Los sectores sociales sobre los que se están cebando el paro y sus consecuencias son justamente los que ya se encuentran en peor situación, los más vulnerables. Aquellos que tenían condiciones laborales más precarias, con trabajo temporal y bajos salarios, como las personas inmigrantes o los y las jóvenes sin estudios.

Pero la profundidad de la crisis es tal que está alcanzando también a quienes tenían mayor seguridad en su trabajo, como el personal de las grandes industrias del automóvil. Asimismo, desde enero han pasado al paro unas 50.000 personas del colectivo de trabajadores y trabajadoras autónomas, que además carecen, por ahora, de prestación por desempleo. Igual sucede con las pequeñas empresas sociales, que están atravesando una difícil situación.

Los que menos tienen son, de momento, los que más están pagando la crisis. Y ellos no son quienes la han provocado.

Por parte del Gobierno de España, se propone dotar a la banca de líquido para que puedan prestar a las empresas y que estas no cierren. No está claro que ese dinero vaya a ser destinado a economía productiva que genere bienes, servicios y, por lo tanto, posibilidades de trabajo.

También se introducen, en los presupuestos para el año 2009 del Estado y de la Comunidad Autónoma, una disminución de los gastos públicos, mientras se sigue disminuyendo la presión fiscal a los más ricos. Mucho nos tememos que esto va a significar la disminución de los gastos sociales. Otra vez, los más perjudicados serán los que más necesidades tienen.