28/12/08

PAISAJE TRAS LA BURBUJA

La Serena Golf, en Los Alcázares (Murcia). Son terrenos del grupo Vemusa con viales construidos pero sin edificar

Texto de José Martí Gómez
Fotos de Xavier Cervera
La burbuja inmobiliaria ha dejado tras de sí un paisaje desolado de grúas paradas, máquinas abandonadas, casas a medio terminar y urbanizaciones fantasma. El Magazine ha recorrido la ruta de los lugares más afectados por la crisis, para dar testimonio de cómo se han arrasado paisajes y se ha construido desaforadamente, en ocasiones gracias a la corrupción o a la connivencia entre políticos y constructores.
¿Qué vio el fotógrafo, a lo largo de su recorrido por unas zonas determinadas de España, elegidas en función de unos proyectos urbanísticos a los que la crisis económica ha dejado en suspenso?
Vio un paisaje de grúas en paro en las que podrían anidar las cigüeñas y descampados allí donde debía haber jardines. Vio maquinaria que nadie ponía en marcha, muchas viviendas a medio terminar, poca gente habitando las nuevas urbanizaciones y bajos comerciales tapiados porque son pocos los que compran o alquilan locales.

Vio crecer matorrales en las parcelas en las que se debían levantar siete hoteles y percibió la imagen desoladora de lo que fue el incontrolado desarrollismo urbanístico de un pasado no muy lejano en el tiempo. Vio casas en medio de ninguna parte, anuncios de locales disponibles y de parcelas y de pisos en venta en zonas que esperan ser ajardinadas.
Vio palmeras entre grúas, campos de golf actuando como reclamo turístico en zonas con escasez de agua y el inicio de lo que debía ser el carril bici de una urbanización, carril que la crisis, como una metáfora, ha cortado abruptamente en el inicio del descampado en el que ya no han entrado las máquinas.

Los expertos consideran que el urbanismo actual no es sino un reflejo de la democratización: del alquiler de toda la vida se ha pasado al afán de ser propietario de la vivienda en la que se vive, aunque sea a costa de una hipoteca que será una carga para toda la vida.
Urbanismo y especulación siempre han estado relacionados con el crecimiento demográfico y la capacidad adquisitiva de los posibles compradores. Madrid ha tenido dos grandes fases. La primera la impulsó el marqués de Salamanca en la segunda mitad del siglo XIX. El marqués, íntimo amigo de Fernando Muñoz, amante de Isabel II y en calidad de tal conocido por el pueblo con el sobrenombre de Fernando VIII, construyó para la burguesía el barrio que lleva su nombre, la primera gran operación urbanística y especulativa en el Madrid moderno. Con Franco llegaría Banús. Franco tuvo la obsesión de hacer de Madrid una ciudad más importante que Barcelona y, para conseguirlo, la capital de España absorbió municipios –Vallecas, Fuencarral, Aluche, Aravaca…– y promovió, al crear industrias en la periferia madrileña, la llegada de inmigración para la que Banús, que a partir del título de excombatiente pudo ser policía y luego empresario protegido por la Obra Sindical 18 de Julio, construyó en los años cincuenta el barrio de la Concepción; en los sesenta, el barrio del Pilar y, por aquello de hacerle un favor al Caudillo y ganar algo más de dinero, aprovechando que la mano de obra era barata dado que los obreros eran presos políticos, participó en la construcción del Valle de los Caídos antes de recalar en Marbella. En el barrio de la Concepción, ambientó el dramaturgo Alfonso Sastre La taberna fantástica, y Pedro Almodóvar, su película ¿Qué he hecho yo para merecer esto? La Concepción y el Pilar –nombre de la mujer de Banús– fueron barrios de mala construcción, pésimos servicios, calles desoladas. Desde el principio fueron barrios mal planificados y el paso del tiempo los ha terminado de deteriorar.

Jesús Gil, tan dicharachero como especulador y delincuente, sería el último prototipo de constructor hecho a sí mismo en los años del franquismo. Tras él, la nueva generación de grandes constructores –Florentino Pérez, Fernando Martín, Luis del Rivero…– ya está formada por gente con biografías universitarias, buena presencia, algunas veleidades políticas y capacidad para relacionarse con el poder. Sus negocios no se circunscriben sólo a Madrid. Sus empresas ya se expandieron por España y todos cometieron el error de comprar tierras a crédito y creer que la bonanza sería ilimitada. En ese error cayeron los grandes y también muchos constructores de perfil medio. “Se metieron en el negocio construyendo una casa de tres pisos, ganaron dinero y construyeron dos casas de cinco pisos, siguieron ganando y se pegaron una hostia cuando ya construyeron una manzana; hay constructores que han hecho suspensión de pagos varias veces”, cuenta con sorna un bancario que los ha seguido de cerca en el ascenso y en la caída.

Fuente: http://www.magazinedigital.com/reportaje.php?cnt_id=2740

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